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La princesa Masako, que no pudo esconder sus miradas y sonrisas de satisfacción al ver a su hija, la princesa Aiko, trotando junto a sus compañeros de clase con motivo del encuentro deportivo anual que cada otoño se celebra en su colegio. Como cualquier otro niño de seis años, la pequeña estaba verdaderamente entusiasmada de poder mostrar sus buenas marcas de velocidad. Y consiguió lo que pretendía: fascinó a su progenitora con una llegada a meta ultrarrápida.

La Heredera al trono japonés observaba embelesada cómo su hija, que llevaba el uniforme de gimnasia de la escuela, largas trenzas y una diadema roja, participaba con entusiasmo en las actividades deportivas para primaria de Gakushuin. La princesa Aiko, contagiada por el ambiente festivo, no paró de reír y sonreír mientras corría que se las pelaba. Su madre no perdió detalle y estuvo pendiente, en todo momento, de capturar para el recuerdo el precioso momento de la infancia de su pequeña, retratando sus logros con una moderna cámara digital, desde su asiento en primera fila junto a las otras familias.

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