La vicepresidenta para el sur de Asia del Banco Mundial (BM), abogó por un mayor peso de las economías emergentes en el nuevo orden económico

La vicepresidenta para el sur de Asia del Banco Mundial (BM), Isabel Guerrero, abogó por un mayor peso de las economías emergentes en el nuevo orden económico global que comenzará a perfilarse durante la cumbre del G20 en Washington.


"Es importante que las voces de las economías emergentes sean escuchadas en el proceso de toma de decisiones", dijo Guerrero durante una rueda de prensa en Tokio, donde se reunió con las autoridades japonesas para discutir el impacto de la crisis en Asia.


La chilena, que lleva al frente del departamento del BM para la región del Sur de Asia desde julio, consideró que la cumbre del G20 de este sábado en Washington deberá centrarse en el establecimiento de un nuevo sistema financiero adecuado para el siglo XXI.


"Países como Brasil, China o la India tienen un papel mucho más importante en la economía que hace 60 años, cuando se crearon las instituciones de Bretton Woods", el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en 1944, añadió.


Por eso, Guerrero consideró que en la reunión de este fin de semana en Washington deberá debatirse quienes tendrán voz y voto en unas instituciones renovadas que ayudarán a construir el nuevo orden económico global.


"Necesitamos realmente reformas que ayuden a crear una red más extensa y representativa del nuevo mundo, que además pueda responder de forma más rápida y flexible" a situaciones de incertidumbre como la actual, dijo Guerrero.


La vicepresidenta del BM para la región meridional de Asia apuntó que "el G20 es una forma práctica" de convocar a las economías más representativas, aunque precisó que "no sabe" si ese grupo incluye a todos los actores necesarios.


La chilena consideró además que la rapidez de toma de decisiones no se verá afectada por un mayor número de miembros y recordó que el BM tomó medidas recientemente para aumentar el peso de varios países africanos en la institución.


Impacto de la crisis


Sobre el impacto de la crisis, Guerrero se mostró especialmente preocupada por sus efectos sobre los ciudadanos más pobres de la región del sur de Asia, donde han rebajado la previsión de crecimiento de este año al 6,3 % y hasta el 5,4 % para el año próximo.


"Por cada 1 por ciento de caída de crecimiento en un país en desarrollo 20 millones de personas caen en la pobreza", dijo la vicepresidenta regional.
Guerrero señaló que los países del sur de Asia se han visto afectados por tres crisis paralelas, la del aumento del precio de la comida, el coste del combustible y posteriormente los problemas financieros, que han hecho tambalearse los cimientos del sistema económico global.


Tras dos días de reuniones con representantes del Gobierno japonés, Guerrero dijo que coincidieron en que la red de inversores internacionales deberá incrementar los recursos ante la caída de las inversiones y la reducción del capital, además de establecer una red de protección para los más pobres.


Por su parte, el BM anunció ayer que podría casi triplicar su volumen de préstamos este año, hasta los US$ 35.000 millones, para ayudar a países en desarrollo afectados por la crisis financiera global con epicentro en EEUU, muchos de ellos en Asia.


Guerrero apuntó a que la crisis afecta de manera muy diferente a las distintas economías del sur de Asia, donde algunos países gozan de características fundamentales para su recuperación.


Por ejemplo, según Guerrero, destaca en la India el peso de su mercado doméstico y en China su elevada cantidad de recursos, que ha posibilitado al gigante asiático la puesta en marcha de un paquete de estímulo económico.


La chilena consideró además que, frente a la crisis que castigó a las economías asiáticas en los 90, la actual no tiene su origen en Asia, lo que beneficiará a la región y que además, en aquel momento el peso de China en la economía mundial era mucho menor al actual.
Guerrero destacó además la rapidez con la que han actuado los principales actores ante las complicaciones y consideró que, con estos ingredientes, los efectos de la crisis en Asia "podrían tener un final feliz".