Ibiza, vení a disfrutar

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Ibiza es una isla con muchas caras. Famosa en el mundo entero por la desenfrenada vitalidad de su vida nocturna, también es un lugar lleno de sorpresas, especialmente cuando coges el coche y te dedicas a visitar la Ibiza más rural, la de los pequeños pueblecitos, la de los campos de cultivo o te decides a recorrer su litoral norte, un verdadero espectáculo para la vista.

Las tierras altas ibicencas —Els Amunts—, en su encuentro con el mar, crean el tramo de costa más hermoso, acantilado e inaccesible de la isla. En esta comarca se localizan pintorescas poblaciones de arquitectura tradicional con formas cúbicas y blancas fachadas de cal, donde sus habitantes han sabido preservar su identidad y su calma proverbial.
En sus inmediaciones, los cultivos de cereal, viñedos, almendros, higueras y centenarios algarrobos y olivos envuelven el conjunto, componiendo un excepcional paisaje contrastado por el brillante azul del cielo mediterráneo.

Apenas se elevan 375 metros en su punto más alto y, sin embargo, Els Amunts componen una cadena montañosa que actúa de bravía barrera frente a los temporales mediterráneos. Una costa que, por su fuerte elevación, en ocasiones cae vertical sobre el mar y que apenas ha sufrido la transformación urbanística colonizadora de otras franjas costeras más accesibles de la isla.
Este tramo litoral se extiende entre Ses Fontanelles, en la población de Sant Antoni de Portmany, hasta Sant Vicenç de Sa Cala. El hombre se adaptó desde los tiempos prehistóricos a este paisaje montañoso. La posición estratégica de estas islas ha hecho que fuesen para los pueblos mediterráneos un objetivo codiciado, sobre todo para los piratas, que las utilizaban como centro de operaciones. Las constantes invasiones hicieron necesaria la construcción de torres vigía por todas las atalayas naturales de la isla, comunicándose entre sí visualmente para informar, mediante fuegos, de la llegada de naves desconocidas

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