Una intrépida sexagenaria británica regresó este lunes a su casa de Tenby, en Gales, tras haber dado la vuelta al mundo a pie por el hemisferio norte.En el recorrido de más de 32.000 kilómetros, Rosie Swale-Pope, de 61 años y abuela, empleó cinco años, informa hoy el diario "The Times".
Swale-Pope comenzó su aventura el 2 de octubre del 2003 en un intento de llamar la atención del mundo sobre el cáncer de próstata tras la muerte de su marido, aquejado de ese mal.
Rosie recorrió de Oeste a Este el norte de Europa, Rusia, incluida Siberia, Estados Unidos y Canadá, antes de embarcarse en Groenlandia con rumbo al Reino Unido.
De regreso a Gran Bretaña, tuvo que pasar por un hospital, para recuperarse de varias fracturas en las piernas, antes de reanudar su marcha con ayuda de un par de muletas.
En los cinco años que duró su aventura, la británica sufrió una rotura de costillas, una pulmonía doble, estuvo a punto de ahogarse en un río durante una crecida y se topó con lobos, osos y ladrones.
Entre quienes acudieron a Tenby a darle la bienvenida había algunos amigos que hizo por el camino y que viajaron desde Alaska y Chicago (EEUU) para vivir con ella ese momento de alegría.
"La muerte de mi marido, Clive, de cáncer de próstata me enseñó más que todas las cosas el valor de la vida, y lo breve que puede ser. Me enseñó que hay que aprovecharla mientras uno pueda", dijo la británica.
"Aunque tenga sesenta y un años, me siento como si tuviera veintiséis la mayor parte del tiempo. La vida es demasiado corta para quedarse sentados sin hacer nada: al final, es el hecho de no hacer nada lo que te mata", sentenció la aventurera mujer. Info.(EFE)
Swale-Pope comenzó su aventura el 2 de octubre del 2003 en un intento de llamar la atención del mundo sobre el cáncer de próstata tras la muerte de su marido, aquejado de ese mal.
Rosie recorrió de Oeste a Este el norte de Europa, Rusia, incluida Siberia, Estados Unidos y Canadá, antes de embarcarse en Groenlandia con rumbo al Reino Unido.
De regreso a Gran Bretaña, tuvo que pasar por un hospital, para recuperarse de varias fracturas en las piernas, antes de reanudar su marcha con ayuda de un par de muletas.
En los cinco años que duró su aventura, la británica sufrió una rotura de costillas, una pulmonía doble, estuvo a punto de ahogarse en un río durante una crecida y se topó con lobos, osos y ladrones.
Entre quienes acudieron a Tenby a darle la bienvenida había algunos amigos que hizo por el camino y que viajaron desde Alaska y Chicago (EEUU) para vivir con ella ese momento de alegría.
"La muerte de mi marido, Clive, de cáncer de próstata me enseñó más que todas las cosas el valor de la vida, y lo breve que puede ser. Me enseñó que hay que aprovecharla mientras uno pueda", dijo la británica.
"Aunque tenga sesenta y un años, me siento como si tuviera veintiséis la mayor parte del tiempo. La vida es demasiado corta para quedarse sentados sin hacer nada: al final, es el hecho de no hacer nada lo que te mata", sentenció la aventurera mujer. Info.(EFE)
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