La película "Wolke 9", del alemán Andreas Dresen, calienta la cartelera del otoño alemán con una inusitada historia de sexo y pasión entre sesentones

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La película "Wolke 9", del alemán Andreas Dresen, calienta la cartelera del otoño alemán con una inusitada historia de sexo y pasión entre sesentones, rodada sin tapujos y rompiendo tabús sobre el erotismo en la Tercera Edad.
La película no es apta para quienes piensan que el amor entre ancianos significa presentar "a abuelitos tomados de la mano paseando por un parque", advertía el director, representante de la generación de cineastas alejados del anquilosamiento que a menudo se ha atribuido al cine germano.

"Estoy más cerca de 'Intimacy' de Patrice Chéreau o de 'Escenas de un matrimonio' -de Ingmar Bergmann- que de filmes románticos de amor entre abuelitos", añadió Dresen, ante el estreno de su film, que esta semana llegó a los cines comerciales de toda Alemania.

El realizador alemán sacaba así a colación dos exponentes de cine de sexo explícito -especialmente el primero-, que colocan la cámara directamente sobre la epidermis del personaje y retratan el acto sexual, en busca de autenticidad.

Dresen, como Chéreau y Bergmann, ha buscado personajes directamente arrancados de la vida real. La diferencia sobre esos precedentes es que sus protagonistas superan ya los sesenta años, en el caso de la mujer -Inge, interpretado por Urusula Werner- y los setenta, para su amante -Karl, interpretado por Horts Westphal-.

Su avanzada edad y el hecho, en el caso de ella, de estar casados no les impide lanzarse a una historia de sexo, pasión y amor con un frenesí que haría palidecer de envidia a muchos adolescentes.

"Es amor y erotismo en estado puro, a plena luz del sol, con la ventana abierta, en el lago, donde sea...", explica Dresen, autor originario de la RDA que ya sorprendió con la autenticidad y frescura de películas como "Halbe Treppe" y "Sommer vorm Balkon".

Amor sin velos, que desnuda a ambos personajes y los coloca en esa "Novena Nube" -"Wolke 9"-, equivalente al séptimo cielo del erotismo.

La historia es sencilla y, como en los anteriores filmes de Dresen, está filmada con cierto aire de la escuela escandinava Dogma. Se apuntala en la interpretación del dúo protagonista, más el esposo engañado -Horts Renhberg- y la hija de Inge -Stefi Kühnert- desbordada por las revelaciones de su madre.

Todo empieza cuando Inge, una costurera que se cree felizmente casada, acude a hacerle un arreglo en los pantalones a quien inmediatamente después se convertirá en su amante.

A partir de ahí, la historia discurre entre los habituales dilemas morales de alguien que no quiere herir a un esposo al que quiere y respeta, pero tampoco renunciar a la pasión.

Nada que no se haya visto cientos de veces en el cine, sólo que plasmado con el vigor de un director de 45 años que cree en la vitalidad sexual de sus mayores.

El estreno de la película ha acaparado la atención de la cartelera alemana en la apertura de la temporada de otoño, tal vez porque el calificativo que se puede colocar a ese amor entre ancianos no es precisamente de "otoñal".

El izquierdista "Die Tageszeitung" le dedicó en exclusiva su portada con el título en inglés "Yes, we can", que parafrasea el eslogan del candidato a la Casa Blanca Barack Obama.

"Die Welt" titula su crítica como "El amor no tiene edad" y los restantes grandes rotativos se deshacen en elogios hacia un film calificado mayoritariamente de "valiente", por la arriesgada apuesta de un director que no duda en retratar los sudores del setentón y los temblores de su algo más joven pareja.

Dresen ha vuelto a dar en el clavo, al menos en lo que concierne a la crítica, después de haberse llevado el Premio "Flechazo" (Coup de coeur) del Festival de Cannes, donde se exhibía en la sección "Un certain regard".



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