Lo más emblemático de Dubai no es un monumento a la independencia o a la libertad, sino al poder económico. Se trata de Burj Al Arab, el hotel más caro del mundo. En medio de un desierto en donde hace diez años no había un solo arbusto, hoy se levanta una ciudad faraónica con lo más opulento, extravagante y novedoso del planeta. En el islam la pobreza no es un valor. Una de las cualidades de Alá, de hecho, es su autosuficiencia.
Fui a los Emiratos Árabes Unidos en busca de dinero. Si ahí gastan sin problema 20 millones de dólares en una fiesta, ¿por qué no habrían de invertir en mi proyecto? Mi mamá, Rosa de la Rosa, construyó hace veinte años una reserva ecológica privada en México que da refugio a la fauna silvestre, y ante la necesidad de expandir su trabajo, requeríamos conseguir capital.
Por medio de grupos ambientalistas fui invitada a una serie de conferencias organizadas por el gobierno de Dubai, donde hubo un evento especial para presentar proyectos a posibles inversionistas. Ahí conocí a un emiratí de túnica blanca impecable, kaffiyeh, lentes oscuros y celular.
Me dijo que había estudiado en Londres y un poco después mencionó su nombre, pero no lo retuve. Buscó un papel para anotarlo, pero al no encontrar ninguno, sacó un billete de 500 dirhams -140 dólares, aproximadamente- y escribió "Khalid". Me reí y le devolví su billete, pero él insistió en que lo conservara.
Fui a los Emiratos Árabes Unidos en busca de dinero. Si ahí gastan sin problema 20 millones de dólares en una fiesta, ¿por qué no habrían de invertir en mi proyecto? Mi mamá, Rosa de la Rosa, construyó hace veinte años una reserva ecológica privada en México que da refugio a la fauna silvestre, y ante la necesidad de expandir su trabajo, requeríamos conseguir capital.
Por medio de grupos ambientalistas fui invitada a una serie de conferencias organizadas por el gobierno de Dubai, donde hubo un evento especial para presentar proyectos a posibles inversionistas. Ahí conocí a un emiratí de túnica blanca impecable, kaffiyeh, lentes oscuros y celular.
Me dijo que había estudiado en Londres y un poco después mencionó su nombre, pero no lo retuve. Buscó un papel para anotarlo, pero al no encontrar ninguno, sacó un billete de 500 dirhams -140 dólares, aproximadamente- y escribió "Khalid". Me reí y le devolví su billete, pero él insistió en que lo conservara.
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