Madonna con sus hijas una dulce madre

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Madonna está aprovechando al máximo su visita a Malawi para dedicarse a dos de sus pasiones: volcarse con los demás y pasar tiempo con sus hijos. Su presencia en el orfanato donde adoptó a su hijo David causó una expectación tal que apenas se pudo captar el momento de la visita, dada la cantidad de gente que se acercó hasta allí para ver de cerca a la estrella.


Ella estrechó manos, hizo caricias a los niños y se mostró encantada con el cariño de la gente, casi tan feliz como cuando, horas antes, puso la primera piedra de la escuela para niñas que se ha comenzado a construir en Lilonwe. Acompañada de sus dos hijas Lourdes y Mercy, la artista dirigió unas palabras a los presentes y se agachó para cavar en la tierra y poner así su granito de arena para mejorar las condiciones de los niños.

El acto, teñido de emoción por su significado, nos dejó la faceta más tierna de la artista como madre. Mercy, como todo pequeño de cuatro años, no aguantó mucho sentada sobre sus rodillas y, saltándose la norma de estar callada, empezó a jugar. Primero le tocó el pelo a su madre, luego examinó una trenza de su hermana, se puso sus gafas de sol un rato, se probó el sombrero de paja de Lourdes… Esta, como buena y paciente hermana mayor, intentó contenerla con un fuerte abrazo y pidiéndole un beso, lo mismo que su madre, que las miraba con ternura.


Será el viernes cuando emprendan el regreso a Europa y de momento aún no se sabe si los pequeños David y Mercy se han reencontrado con sus familias biológicas, tal y como estaba previsto.

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