Los cascos Azules de ONU enfrentan serias dificultades en CONGO

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La renuncia del nuevo comandante español de la Misión de la ONU en la República Democrática del Congo (RDC, ex Zaire), MONUC, ilustra las dificultades de los cascos azules para interponerse entre la rebelión y el ejército congoleños en el este del país.


La MONUC tiene igualmente dificultades para proteger a los civiles, obligados a desplazarse para escapar de los combates, y que se amontonan en campamentos a menudo fuera del alcance de las organizaciones humanitarias debido a la inseguridad en la provincia de Kivu Norte, fronteriza con Ruanda.


La renuncia, el lunes, del general español Vicente Díaz de Villegas, que había asumido sus funciones a principios de octubre, se debe a "razones personales", afirmó la portavoz de la ONU en Nueva York, Michele Montas.


Sin embargo, fuentes diplomáticas indicaron que el general Díaz Villegas estimaba que la MONUC, la mayor fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU que cuenta con 17.000 cascos azules, no tiene los medios para enfrentar una tarea tan ardua en un amplio y rico territorio de colinas, sacudido desde el genocidio de 1994 en la vecina Ruanda y hundido en ambiciones diversas.


Su representante especial en la RDC, Alan Doss, pidió a principios de octubre al Consejo de Seguridad de la ONU los medios necesarios y más tropas, pero al parecer no fue escuchado.


El lunes, sus fuerzas fueron atacadas por cientos de manifestantes en Goma, capital de la provincia de Kivu Norte. "Un civil murió durante esas violentas manifestaciones", indicó el portavoz de la MONUC en Kinshasa, Michel Bonnardeaux, sin precisar la procedencia de los disparos.


La MONUC recuerda que "está en la RDC para restablecer la paz" pero, al parecer, sus declaraciones no aplacan los temores de una generalización del conflicto y sobre todo aumentan las críticas hacia su labor.


"¿A quién responde la MONUC?", titulaba el martes el diario nacional Le Potentiel, resumiendo un sentimiento generalizado de la prensa de la RDC, que está en contra de los rebeldes.


"Lo que sorprende en la gestión de la crisis es la doblez de la comunidad internacional. Claro que corresponde al ejército congoleño (FARDC) garantizar la integridad del territorio nacional, pero nadie ignora que ese ejército está en plena reestructuración", advierte ese matutino.


"Cada día que pasa hace perder a esta misión de paz su credibilidad. La MONUC está lejos de cumplir su misión", afirma Le Potentiel.


Desde la reanudación de los combates, a fines de agosto, el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) del jefe rebelde tutsi congoleño Laurant Nkunda y las FARDC, cada banco critica cada vez más a la MONUC.


El lunes, los cascos azules fueron atacados con cohetes por el CNDP en Kibumba, a 30 km de Goma, indicó la MONUC, que está en la RDC con un mandato que la autoriza a recurrir a la fuerza para proteger a los civiles.


Cuando estallan los combates, los civiles suelen refugiarse cerca de las bases de la MONUC, pero ésta es incapaz de impedir el éxodo masivo, como ocurrió el lunes, cuando unos 20.000 civiles de Kibumba huyeron rumbo a Goma.


El martes, miles de civiles seguían huyendo de los combates entre los rebeldes de Nkunda y el ejército congoleño, constató un periodista de la AFP. Muchos huían de la zona de Kibumba.


Desde Ginebra, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) anunció que se prepara para recibir a 30.000 nuevos desplazados en el este de la RDC.


"Más civiles podrían haber abandonado los pueblos más al norte debido a los combates de los últimos días", indicó el portavoz del ACNUR, Ron Redmond.


Lo cierto es que la cantidad de desplazados sigue en aumento y ha pasado de 1,4 a dos millones de personas, de un total de cinco millones de habitantes en Kivu Norte.




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