La diseñadora venezolana Carolina Herrera no ha querido faltar a su cita con la Bridal Fashion Week de Nueva York, donde, en los próximos días, algunos de los diseñadores más importantes del mundo presentarán sus colecciones en vestidos de novia para la primavera de 2010.
Como es habitual en la diseñadora, sus propuestas estuvieron plagadas de cortes barrocos, que recuerdan a las princesas de los siglos XVII y XIX, con amplias faldas abullonadas, múltiples capas de tul y líneas sirena. Cada uno de los vestidos se erige como una pieza única, inspirada por algunos de los artistas preferidos por la diseñadora, introduciendo pequeños detalles en referencia a la obra de Matisse, Degas, Monet, Klimt o Goya. No faltan los detalles hiperrománticos, como las minúsculas flores bordadas cubriendo los cuerpos desde el escote y resbalando hasta la cadera, los fruncidos, los encajes y los lunares. La diseñadora añade ocasionales y pequeñas pinceladas de color, casi siempre en negro, coral y salmón, en los lazos y puntillas.
Las novias han desfilado portando pequeños bouquets de flores en tonos brillantes, elegidos específicamente para cada vestido. Para completar sus looks, la diseñadora ha optado por pequeños tocados de paja o largos y delicados velos cubriendo el rostro. El espacio escogido para el desfile, que ha congregado a numerosos seguidores en pleno corazón de la Gran Manzana, ha sido el flagship store de la joyería Tiffany’s, en plena Quinta Avenida.
Como es habitual en la diseñadora, sus propuestas estuvieron plagadas de cortes barrocos, que recuerdan a las princesas de los siglos XVII y XIX, con amplias faldas abullonadas, múltiples capas de tul y líneas sirena. Cada uno de los vestidos se erige como una pieza única, inspirada por algunos de los artistas preferidos por la diseñadora, introduciendo pequeños detalles en referencia a la obra de Matisse, Degas, Monet, Klimt o Goya. No faltan los detalles hiperrománticos, como las minúsculas flores bordadas cubriendo los cuerpos desde el escote y resbalando hasta la cadera, los fruncidos, los encajes y los lunares. La diseñadora añade ocasionales y pequeñas pinceladas de color, casi siempre en negro, coral y salmón, en los lazos y puntillas.
Las novias han desfilado portando pequeños bouquets de flores en tonos brillantes, elegidos específicamente para cada vestido. Para completar sus looks, la diseñadora ha optado por pequeños tocados de paja o largos y delicados velos cubriendo el rostro. El espacio escogido para el desfile, que ha congregado a numerosos seguidores en pleno corazón de la Gran Manzana, ha sido el flagship store de la joyería Tiffany’s, en plena Quinta Avenida.
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