Geraldine Chaplin comparte reparto con su hija Onna en 'Imago Mortis'

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Geraldine Chaplin ha coincidido por casualidad con su hija, Onna Chaplin, en el rodaje de Imago Mortis. La hija y la nieta del mítico Charlot presentarán Imago Mortis, un 'thriller' dirigido por el italiano Stefano Bessoni y que se estrena en nuestros cines el próximo 24 de julio.

Cuéntanos algo sobre tu nueva película, Imago Mortis, y tu personaje.
Imago Mortis es una película de género, aunque no la típica. Es una fantasía macabra, un thriller de horror. Mi personaje es una condesa rica y excéntrica que colecciona animales extraños y artefactos aún más extraños. Tiene una verdadera pasión por reencontrar un misterioso objeto, el tanatoscopio. Es ingobernable, un personaje odioso.

¿Cómo surgió el proyecto?
El proyecto surge cuando mandaron el guión a mi agente y él me lo mandó a mí a su vez. Me gustó mucho la idea de trabajar en Italia, en Turín. Entonces no sabía que trabajaba mi hija. No me gusta contarlo porque nadie se lo cree, pero es verdad. La gente de la película no sabía nada tampoco. Habían elegido a una Castilla, que es su apellido paterno. Ella hizo el casting cuando estaba todavía en la escuela. Su apellido es Castilla, se puso Chaplin después, cuando llegó al rodaje. Le dijeron que ya había una Chaplin en el rodaje y exclamó, ¡pero si es mi mamá!
hija?
Ha sido maravilloso, verdaderamente
¿Cómo ha sido trabajar con tu maravilloso. Tenía pánico, porque pensaba ¡Dios mío! A ver si no es buena actriz. Me asaltaron las dudas. Tenía miedo por ella. Entonces la miré y no era ella, era su personaje. La he visto muy bien en la película. Es una chica muy dinámica, aunque en esta película está más apagada por exigencias del guión. No se parece nada a su personaje de la película, ¡nada! Es una explosión, es la bomba atómica.

Repasemos un poco tu trayectoria, tu primer trabajo fue a los ocho años, ¿verdad?
Sí, fue mi primer trabajo. Fui extra en una película de mi padre, Candilejas. Recuerdo la alegría de no tener que ir al colegio, nada más. Bueno también recuerdo la decepción cuando descubrí que había un colegio en el estudio, porque los niños también tenían que ir a clase allí. Así que la rodé y luego me mandaron a clase.

No me acuerdo especialmente, me acuerdo de que me dijo lo que tenía que hacer. Era bastante divertido, nos vistieron con unos trajes geniales.

¿Cuándo decides que quieres dedicarte al mundo del cine?
Fue una decisión muy caprichosa, a los dieciocho años más o menos. Fue simplemente porque me iba mal en todo y pensé que con mi apellido me iba a ser fácil hacer cine. Así ganaría un buen dinero. Ni siquiera fue por pasión por el cine, y fue tan fácil, porque el apellido de verdad en esa época… Yo era su primera hija y me abrió todas las puertas. En seguida tuve un agente, me dijeron que mi primera película tenía que ser con Belmondo, la estrella más grande de entonces. Y me enamoré de mi profesión, empecé a enamorarme de esto.

Tu apellido te abrió muchas puertas, pero ¿no supuso también una legión de ojos que observaban al detalle lo que hacías?
Ahora sí, en mi época y en mi vida han sido todo facilidades; todas las puertas se me abrían.

Después de tu larga trayectoria, ¿cómo se saborea el poder seguir dedicándote a lo que te gusta?
Soy feliz. El año pasado hice seis películas, este año tengo tres… Es increíble, una suerte impresionante.


Genial, Charlot es mi héroe, admiro a Charlie Chaplin con toda mi alma y mi ser, pero Charlot el personaje es mi héroe. Saber que este héroe lo ha creado tu padre es alucinante.

¿Qué has aprendido de tu padre tanto como ser humano como cinematográficamente?
Yo pienso que cinematográficamente él tenía una disciplina enorme, era un trabajador incansable. Las cosas no fueron fáciles para él, esperaba mucho a la musa, pero no venía. Se ponía cada día a las ocho de la mañana frente a un papel en blanco. Aunque no se le ocurriese nada, él lo intentaba incansablemente, con una disciplina extraordinaria. También admiro que en cuanto a sus ideas jamás se cambió de chaqueta. Era un ser realmente entrañable, leal a sus ideas y a sus principios.

Durante la Caza de Brujas os fuisteis a Suiza, ¿cómo viviste ese momento?
Me acuerdo de que mis padres fueron muy inteligentes, no nos dijeron nada. Nosotros estábamos en un barco, llegó el famoso telegrama negándole la entrada a Estados Unidos y ni yo ni mis hermanos nos dimos cuenta de nada. Seguimos viajando y llegamos a Inglaterra. Luego fuimos a Suiza, a un colegio, y siempre pensábamos ‘cuando volvamos a América esto o lo otro’. Luego me enteré de que habían echado a mi padre de Estados Unidos, fue como a los catorce o quince años. Entonces me pareció maravilloso. La gente me decía que mi padre era un comunista, pero a mí me hacía ilusión. Lo descubrí en el momento justo para estar orgullosa de ello. Si lo hubiera sabido a los ocho años supongo que hubiese sido un trauma, yo tenía a todos mis amigos en Estados Unidos. Creo que no lo hubiera entendido.

Vivimos en Suiza, más tarde me mandaron a Estados Unidos. Vagamos un poco por Francia, por Inglaterra… Mi padre no sabía exactamente dónde quería vivir, y por fin eligió Suiza y allí viví hasta que me fui de casa o me echaron, no me acuerdo. Me fui a los diecisiete años y viví en París, en Londres y luego en España.

Sí, es donde vivo, no concibo vivir en otra parte, llevo más de cuarenta años aquí, en Madrid. Soy un poco nómada, tenemos una casa en Suiza que heredé cuando mi madre se murió. Allí pasamos algún tiempo. Por mi trabajo estoy siempre de un lado para otro.


Yo creo que está muy bien, pero me dicen que hay mucha crisis. La crisis económica afecta, alguien me dijo cuántas películas se habían hecho y cuántas se van a hacer este año y es una gran pena, hay mucho talento aquí, muchísimo.

Qué te puedo decir… Antes yo sabía quiénes eran los buenos y los malos, y ahora no sé… estoy muy perdida. Veo que hay un gran cinismo. Lo único en lo que confío es en los jóvenes, les veo mejor de lo que nosotros fuimos. Se preocupan por el planeta, creo que están mucho más concienciados. Nosotros teníamos una ideología, teníamos ideólogos, la juventud de hoy no los tiene y eso me alegra mucho. Son mucho más realistas.

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