Beatriz de holanda, su ùltimo dìa como reina

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Reina por última vez Los otros grandes actores de la velada, Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda, que mañana se convertirán en Reyes de los Países Bajos, le han cedido todo el protagonismo a la reina Beatriz en su última velada como anfitriona. Siempre un paso por detrás de ella y sin estrenos que pudieran hacerle sombra: la princesa Máxima ha repetido vestido –el mismo Valentino que lució en el 60º cumpleaños del Príncipe de Gales- y se ha coronado con la diadema de diamantes que tantas otra veces se ha puesto, tanto en bodas reales como en cenas de gala, si bien no ha desaprovechado la ocasión de lucir el majestuoso diamante Stuart. Y, a continuación, el resto de los Orange: las tres hermanas de la Reina saliente, la princesa Margarita con su marido Pieter van Vollenhoven, la princesa Irene y la princesa Cristina, y los príncipes Constantino y Laurentien con la princesa Mabel, esposa del príncipe Friso, que no ha querido faltar a la despedida de la Reina como ella nunca le ha faltado en este año desde el fatal accidente de su marido. Ha sorprendido que ningún hijo de la princesa Margarita haya estado presente, ya que hasta que la Reina abdique siguen siendo oficialmente miembros de la Casa Real. Mañana la reina Beatriz firmará el acta de abdicación y volverá a ser Princesa de Holanda después de más de tres décadas de servicio a Holanda. A un reino que no se cansa estos días de agradecer una y otra vez su gestión en este glorioso reinado de treinta y tres años, como esta misma tarde que era saludada con aplausos por el público congregado en la plaza de Dam frente al Palacio Real de Ámsterdam, donde está previsto que la Reina pase su última noche como Soberana de los Países Bajos, y como esta misma noche a su llegada al Museo Nacional de Ámsterdam La Reina ha aparecido, acompañada por los Príncipes de Orange, sonriente y saludando a sus admiradores. Se ha mostrado feliz y relajada en una noche de gran emoción en la que se ha vestido para reinar por última vez con un traje de gala de color lila y la tiara de perlas de Württemberg, que llevaba el día de su boda con el recordado príncipe Claus, al que también se ha referido en su emocionado discurso de despedida a los holandeses: "Durante muchos años estuve acompañada en mi tarea por mi marido, el príncipe Claus. Su sobriedad y su manera de relativizar me ayudaron tanto en momentos difíciles. Nuestros hijos aprendieron de él, desde su infancia, de la importancia de estar cerca de la sociedad y de no mirar de lado a aquellos que en el mundo se encuentran en un estado de necesidad". Sin olvidar las menciones a sus conciudadanos, a su hijo y a su nuera: “¡Desde que anuncié mi renuncia he recibido tantas muestras de afecto! Pero también mis compatriotas me han mostrado su comprensión por mi decisión. Ahora la tarea recaerá en mi hijo, el Príncipe de Orange. El Príncipe, gracias a su intenso trabajo dentro de nuestra nación pero también en el extranjero y por su amplio interés por el tiempo que le ha tocado vivir, está totalmente preparado para esta tarea”. Sus 120 invitados le esperaban en el interior del Museo disfrutando de un breve cóctel en la planta baja del edificio antes de volver a reunirse en la galería de Honor donde se ha servido el banquete. Una sala, decorada para la ocasión con miles de tulipanes, inspirados en el célebre jardín holandés Keukenhof, donde se expone el célebre cuadro La ronda de noche de Rembrandt y obras maestras como La Lechera de Vermeer y el retrato de Isaac Abraham Massa de Hals, albergaba a los Príncipes de Asturias, Federico y Mary de Dinamarca, Victoria y Daniel de Suecia, Naruhito de Japón, que finalmente no ha estado acompañado por su mujer, la princesa Masako, la gran ausente de la velada; Felipe y Matilde de los belgas, Carlos y Camilla de Reino Unido, Lalla Salma y Haakon y Mette-Marit de Noruega, entre otros miembros de la realeza de pequeñas y grandes naciones de todo el mundo, que no han querido perderse la despedida de Beatriz de Holanda como soberana. Que no es un triste adiós, sino un hasta luego.

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